Son las seis de la mañana.
En el reloj del viejo Matadero
suenan sin pausa, las campanas
lentas y átonas.
Son las seis de la mañana,
es hora de acostarse.
Noche de alcohol y deseo,
de miedos y falsedades.
Son las seis de la mañana.
En el reloj del viejo Matadero
suenan sin pausa, las campanas
lentas y átonas.
Son las seis de la mañana,
es hora de acostarse.
Noche de alcohol y deseo,
de miedos y falsedades.
Son las seis de la mañana.
Una hora en la que como decá Sabina: es pronto para el deseo y muy tarde para el amor
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