sábado, 24 de enero de 2009

Capítulo 1. Recuerdos de un día cualquiera

Son las ocho de la mañana y como de costumbre suena el despertador. Mientras pongo mi maquinaria a punto, ella ya hace rato que se ha levantado y me ha preparado el desayuno y un pequeño tentempié para el mediodía.


Las horas pasan pesadas en la Fcom, una clase tras otras, un trabajo tras otro, una breve charla tras otra; descuidadamente lentas, sin prisas, deteniéndose en nimiedades sin sentido.


Pensando en regresar al hogar, cavilando en la posible comida preparada. Almuerzo que sin duda habrá hecho a mi gusto. ¿Por qué esa atención conmigo? A veces soy brusco con ella, insolente y en ocasiones hasta grosero; ¿qué hace que tenga tantas atenciones conmigo? ¿Por qué pienso en ella todo el día? No lo sé.

Son las once de la mañana, remoloneo en la cama. No hay ganas de levantarse, mi maquinaria suiza se ha estropeado. Estará en garantía o tendré qué comprarme otra nueva. No tengo ganas de desayunar es muy tarde. Mi madre y mi hermana hace tiempo que se han levantado y están limpiando la casa.

_¡¡¡SALVADOR LEVANTATE YA!!!_

Qué pesadas son, me aburren con sus monsergas: Haz la cama, barre tu cuarto, no estés tanto en el ordenador.

_Mamá, ¿y papá?_

_Está con ella. Hoy está un poco mejor._

Un poco mejor. Qué alivio. Esta tarde como todos los días iré a verla. ¿Qué me dirá hoy? No hace falta que hable sus ojos lo dicen todo, y para mí eso es suficiente. Todavía hay esperanza. Esperanza. Esperanza.


Son las siete de la mañana. Me levanto con pocas fuerzas después de una semana agotadora. Llegó cinco minutos tarde a la CEA. Pienso en los trabajos del doctorado, pienso en el trabajo de la crisis, pienso…, pienso… Pienso en ELLA.


¿Dónde está? ¿Dónde ha ido su sonrisa de la mañana? ¿Dónde sus bocadillos extragrandes? ¿Dónde sus besos y cariños? ¿Dónde está?


Una mañana fría marchó de nuestro lado, desde ese instante una estrella en el firmamento guía nuestros pasos. ¿Quién era? ¿Cómo se llamaba? ¿Dónde vivía? Sólo sé que era ELLA.


Dedicado a mi tía.

1 comentario:

  1. se me ha puesto la piel de gallina..
    ya sabes que si quieres hablar, aquí me tienes.

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