domingo, 10 de mayo de 2009
Capítulo 49. El rey
Bajó los escalones de madera con una lentitud propia de su rango.
Nunca antes nadie había vivido algo semejante. El ungido por Dios estaba a punto de ser ejecutado.
El sombrero con el que tantas veces lo había retratado van Dick, estuvo a punto de ser arrancado por el viento, presagiando lo que iba a ocurrir. Cuando acabó la pasarela, que se había levantado en pocas horas a las afueras del Whitehall, dijo sus últimas palabras:
-Paso de un mundo corruptible a uno incorruptible, donde se encuentra la paz, toda la paz posible.
En esos instantes, su vida pasó delante de sus ojos sin que un ápice de su musculatura facial se moviese. Él había sido educado para ser el representante de Dios en la tierra, la máxima autoridad competente. No podía mostrar sentimientos ante el pueblo.
Tras despojarse del anillo y el sombrero, se recogió su melena en un gorro de algodón, el mismo material del que estaban hechas sus dos camisas. Puestas una encima de la otra para que los ciudadanos de Londres no vieran a su monarca temblar por el frío.
Se arrodilló y puso su cabeza sobre el tronco de madera y mostrando su autoridad dijo al verdugo_Hágalo a mi señal_ Y así, se hizo. Con un leve gesto de su mano el encapuchado bajó el hacha, dándole un golpe certero que separó su cabeza del tronco. En esos últimos segundos de vida, Carlos I sintió como la gravedad atraía a su cabeza y todavía tuvo un corto pensamiento:
Rey por la Gracia de Dios.
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