Por tres veces fui negado.
Hoy lo sigo siendo.
Entre raso, perla y silla.
Te tendí mi mano porque estaba hambriento y miraste hacia otro lado.
Entre sotana, rosario e incienso.
Desarropado y sin casa me negastes cobijo.
Y tú. Si tú. El mismo que escribe estas líneas.
Te llamé, te busqué y prefieres la comodidad de la ignorancia.
Tres veces fui negado y lo sigo siendo.
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